LA VIDA ES UN VIAJE

  • 30 Julio, 2019
  • Visto 989 veces

La vida es un viaje constante, no la estación

Mag. María Rocío Dip Maderuelo

Si tuviera que realizar una investigación sobre la existencia del destino, utilizaría como herramienta metodológica la observación: me pararía frente a mis años vividos y repasaría cada uno de mis pasos para formular la siguiente hipótesis:

 “Cada uno de ellos fueron como piezas indispensables de un puzzle que encajaron perfectamente

para traerme al sitio en donde ahora estoy mirándolos con un dejo de nostalgia y orgullo;

por el cansancio que no me venció, el esfuerzo que no me desanimó, el coraje que me envalentonó,

la esperanza que me movilizó,mi familia que me protegió y los amigos que el camino me regaló como bendiciones”.

Nací en una familia maravillosa, donde aprendí con el ejemplo a luchar por justicia, a trabajar para transformar realidades, a amar las instituciones, a no desistir ante las adversidades y a cuidar todo aquello que es esencial para nuestra existencia: el amor.

En mi infancia el cuarto de juegos preferidos era el jardín de mis abuelos, el cuarto de objetos de valor de mi papá, el ropero de mi mamá y todo aquel escondite secreto que tuviera los mil y un tesoros por descubrir… Las preguntas existenciales que se abarrotaban en mis pensamientos en aquellas siestas interminables, los tantos ¿por qué?, mi tío llamándome: “la Doctora”, mi abuela accediendo a ser, todas las veces que fueran necesarias, mi alumna preferida… Fue allí, entre tantos recuerdos, donde descubrí que mi vocación estaba en las ciencias de la vida y que en la investigación lograría aplacar cada una de las voces que me acechaban la conciencia en busca de la “verdad”.

La biotecnología me dio las herramientas para entender el funcionamiento del ecosistema, en aquel entonces eran la química y las plantas mi fascinación. Largas jornadas en un laboratorio frente a un ensayo, de pie ante una pizarra; forjaron mis primeras sendas en mi profesión.

De las alas de dos valientes Águilas Guerreras me inicié en la investigación aprendiendo de ellos la tenacidad, el empeño, la disciplina, y el amor inagotable por la ciencia.

Llegó el título de grado y mi avidez por el conocimiento no era aún saciada, escogí entonces una maestría, que sin lugar a dudas fue la que disparó mi alma hacia un sitio de grandes dimensiones que aún continúo explorando. Fue también aquí en donde encontré grandes Maestros, Profesores, Compañeros y Amigos de quienes aprendí y logré reforzar mis convicciones de que para ser un gran profesional no basta solo el conocimiento sino la calidad humana y los vínculos sinceros logrados; que la felicidad está en el preciso instante en que intentamos y logramos servir al prójimo; y que está en nuestras manos poder cambiar todo eso que aún puede ser diferente.

La Universidad Pública me levantó, me abrazó, me enseñó de sueños colectivos y me cambio para siempre”. A través de alianzas estratégicas entre algunas Instituciones Públicas de Enseñanza Superior de Latinoamérica, y por medio de una beca de posgrado (AUGM – Escala Posgrado), continué mi formación acompañada de Titanes en mi área de estudio, que me brindaron herramientas para ser aplicadas en la “Alta Casa” a la cual pertenezco, y de este modo aportar un granito de arena para continuar bregando por la Excelencia Institucional.

Y así, pasito a pasito, mientras transitaba el camino de la tesis final, llegaron eventos – jornadas - encuentros científicos, capítulos de libros, publicaciones en revistas que reflejaban los frutos de un largo, pero maravilloso recorrido. En mi andar el equipaje se renovaba… y mientras más compartía lo aprendido, más liviana la marcha y más nutrida mi existencia. 

Los resultados de mi investigación respecto a si existe o no el destino desprenden nuevas preguntas, pero refuerzan mi verdad: nací en un contexto bendecido, con un entorno pujante y puramente fértil. Quizás sea la única verdad que logré desenmarañar en tantos años de pesquisa. Y por ella, es mi inagotable gratitud y mi empeño en unir las piezas que aún están rotas, alejadas o distantes… porque todos somos merecedores de oportunidades y de grandes transformaciones. 

Parada frente a mi presente, me encuentro en una hermosa calma… contemplando el camino andado y aquel que aún me queda por recorrer; entendiendo que para iniciar todo proyecto se necesita tener en claro tres preguntas fundamentales ¿Qué quiero? ¿Para qué? y ¿Cómo lo voy a lograr? 

Paulo Coelho me decía bajito entre sus líneas del ALEPH “Nuestra vida es un viaje constante, del nacimiento a la muerte. Cambia el paisaje, cambian las personas, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante. La vida es el tren, no la estación”. Y merodeando entre mis suspiros aparece firme Facundo Cabral, recordándome que “Quien hace lo que ama esta benditamente condenado al éxito, que llega cuando tiene que llegar...Y cuando las cosas no suceden como las deseamos es porque algo mucho mejor nos está esperando más adelante”.