TESIS

  • 01 Noviembre, 2019
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El objetivo de una Tesis Doctoral

¿Tener una beca del CONICET para hacer una tesis doctoral? Una pregunta que empezó a surgir cada vez más seguido en el entorno universitario y principalmente en el PIDBA, mi lugar de trabajo. El día que abrí el correo donde notificaban a quienes le otorgaban la beca y en la lista estaba mi nombre pensé: ¿en que momento llegué a esta situación si para mí la academia nunca fue mi fuerte?. En ese momento aún debía algunas materias para terminar la licenciatura. Pero al fin, después de una larga estadía en el “lillo”, en marzo del 2014 terminé la facultad y desde ese momento empezó para mí una etapa totalmente desconocida.


Mi lugar de trabajo, en parte, se trasladaba al CRILAR, un centro de investigaciones del CONICET alejado de las grandes ciudades, rodeado de montañas y de viñedos ¡que más podía pedir!. Estaba de suerte, mi papá y mamá me cedieron su auto para trasladarme desde mi ciudad natal hasta mi nuevo lugar, que quedaba en un pueblito bien famoso de La Costa del Velazco en la provincia de La Rioja. Viajar siempre fue uno de mis pasatiempos favoritos, por eso no me molestaba la idea de ir y volver desde La Rioja a Tucumán. En esos viajes lo nuevo era lo común, desde lugares, gente y vivencias que de alguna manera iban cambiando mi percepción del entorno. Desde lo laboral la experiencia en el CRILAR no fue tan agradable y por eso duro menos de un año, de los cinco propuestos para realizar la beca. Por solo hecho de ser “lilloano” no me tomó tan de sorpresa la mala situación que me estaba tocando vivir y no era nuevo observar un mal manejo institucional por parte de las personas designadas para su supuesto buen funcionamiento. Anillaco, el pueblito donde está el CRILAR, es un lugar donde la lentitud de las personas es muy marcada, casi nada de tráfico, noches totalmente silenciosas, se respira aire con aroma a monte y a jarilla, un hermoso paisaje y linda gente, un lugar donde se vive tranquilo. Pero como siempre existe un lugar contaminado de soberbia y competencia, en Anillaco ese territorio le pertenece a la “gente de ciencia”, nada fuera de lo común y siempre dando una nota especial. Igualmente existen personas con las que uno se siente especialmente cómodo y por suerte habían allí algunas de ellas, con las que pude compartir momentos, asados, vinos y charlas. A pesar de las vivencias en La Rioja, los viajes estaban siempre presentes, y uno de ellos fue participar en el primer Congreso Latinoamericano de Murciélagos. Casi todos los integrantes del PIDBA participamos de ese congreso que se realizó en agosto del 2014 en Quito, Ecuador. Fue mi primera experiencia de exponer oralmente parte de mis estudios de la tesis, una continuación más extensa de las investigaciones iniciadas con mi tesina de grado.

El 2 febrero del 2015 la persona que debia ejercer la codirección de mi beca en CRILAR, para hacer posible el desarrollo de mi beca en ese lugar, presentó su renuncia a esa función de manera inesperada, dejándome sin respaldo de dirección en la Institución, lo que impulsó y facilitó mi regreso a Tucumán. Menos de un año estuve trabajando en Anillaco, y lo mismo le sucedió a mi compañera Julieta Pérez, con quién compartimos una historia similar de desencantos y frustraciones en el CRILAR. Por suerte nunca estuvimos solos, nuestros directores no nos soltaron la mano y volvimos a nuestro lugar de trabajo natural, el PIDBA, en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Tanto Rubén Barquez como Mónica Díaz nos alentaron a continuar con nuestras tesis ya que el primer año no había sido muy productivo, sino un año casi perdido. Así que aproveché las facilidades que me brindaba el PIDBA y me puse a trabajar con la tesis, centrada principalmente en realizar descripciones del esqueleto postcraneal de los murciélagos de Argentina. 

Aunque me costó dejar Anillaco, en Tucumán trabajaba mejor, contenido en un grupo de trabajo eficiente y cerca de mis directores, con el material disponible y una lupa básica para hacer las descripciones osteológicas y dibujar los huesos. En resumen, me sentía como jugando con huesos a la vez que cumplía mi objetivo, hacer la tesis. 

No fue fácil, más cuando uno se entierra en temas poco conocidos como son los huesos de la mano y de la pata de los murciélagos. Había que limpiarlos uno por uno bajo lupa con instrumentos caseros o los que tenía a disposición en el laboratorio, sumado a que los huesitos de la mano o de la pata son pequeños, de algunos milímetros a menos de un milímetro. Realizar las descripciones, comparaciones, tomar las medidas de diferentes huesos de 36 especie de las cuatro familias de murciélagos de Argentina fue un trabajo duro. También tuve que fotografiar muchos huesos en varias vistas, y editar esas imágenes, hacer láminas, colocar flechas en todas las estructuras osteológicas y en cada una de las láminas… Si, el trabajo se extendía a la casa.
Gran parte del trabajo de una tesis, para mi punto de vista, es el que no se ve directamente. Tomar fotografías, editar fotos, hacer láminas, lleva mucho pero mucho tiempo. Y una tesis de anatomía clásica no puede no contener láminas, solo texto sería un trabajo a medias.

Todo este trabajo lo tuve que intercalar con tareas cotidianas del PIDBA, colaborar con la colección, en mi caso a cargo del dermestario, limpiar los materiales, mantener los frezzer en condiciones, enterrar y desenterrar animales. Muchas tareas adicionales, sumado a que todos los miembros del PIDBA somos parte del PCMA, un programa de conservación de murciélagos de Argentina. También tenía que dedicarle su tiempo, talleres anuales, charlas en colegios, actividades educativas, etc. Los viajes de campo eran otra actividad que se sumaba a la agenda de la tesis. Realice un viaje propio a Misiones para colectar esqueletos de especies que no tenía representadas. También participe de otros viajes como parte del equipo, para colaborar con otros proyectos de tesis doctoral de mis compañeros y compañeras. Si bien todo este trabajo extra “quita” tiempo a la tesis doctoral, después uno entiende que fue fundamental para una formación más integral como biólogo. No solo aprendí sobre anatomía de huesos de murciélagos, sino que también tengo una experiencia mayor en los trabajos de campo, poner redes, colocar trampas, definir tipos de cebos para atraer a roedores y marsupiales, extraer ectoparásitos, el procesamiento de la taxidermia, la toma de datos, llenar planillas, hacer un cuaderno de notas, y un sinfín de aprendizaje que no pueden ser valorados materialmente, y que incluyen compartir un buen vino en el campo.

En este tránsito académico tambien se incluye la participación en diferentes congresos o jornadas, que fue muy activa e importante en mi formación. En los diferentes eventos conocí muchos investigadores que brindan de alguna manera mucha información útil para nuestro aprendizaje; es allí donde se genera ese contacto inicial para algún futuro trabajo o tener la oportunidad de obtener una beca en otro país. Además, existe ese contacto con tus pares, esos estudiantes como uno con los mismos miedos y problemas, e interactuando en muchos casos se forma una amistad a distancia y cuando se vuelve a los mismos congresos uno ya se siente más cómodo porque está entre amigos.

Trabajar en la tesis significó un espacio de descanso mental que inclusive me ayudó a sobrellevar ese tipo de dificultades que pueden presentarse en la vida cotidiana y familiar. Es decir que la tesis no me alejó ni de la familia ni de los afectos, a quienes siempre les dí sus momentos, espacios y tiempos requeridos, fines de semana, cumpleaños, o eventos. Ahora que lo veo más de lejos pienso que fue un gran reto equilibrar tesis con familia, y salir sano del desafío.

En resumen, entrar por la puerta de entrada de una beca doctoral puede sonar y verse de una manera magnifica, como fue para mí al principio, pero cuando estas dentro te ves en un pasillo extraño, poco claro, ambiguo, porque de repente una noticia te pone muy alegre, como la aceptación de un trabajo en alguna revista internacional de impacto y al mismo tiempo te das cuenta que el sistema científico argentino no valora la publicaciones en revistas nacionales y que tus publicaciones, para que tengan más impacto tienen que estar escritas en inglés y que ese conocimiento lamentablemente se va para quedarse en una esfera de la elite de la ciencia nacional o internacional y poco vuelve a la sociedad, al trabajador, a las escuelas, a las personas comunes y de repente se choca con “grandes genios” de la ciencias que no hacen una devolución digna a la sociedad que les dio la oportunidad de estudiar en una universidad pública y trabajar como un empleado del estado en el CONICET. Todo esto y más hacen que abrir la puerta de salida de la tesis doctoral sea como un logro hermoso pero un poco triste al mismo tiempo. Generar herramientas para mejorar profesional como personalmente es el objetivo final y oculto de una tesis doctoral.