Presencial vs. a distancia

  • 30 Mayo, 2020
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Desde la dicotomía “presencial” vs. “a distancia” hacia la mejor hibridación posible
Mag. María Luisa Bossolasco

Habiendo transcurrido ya diez semanas de aquella decisión obligada que imposibilitó seguir sosteniendo nuestros modos de hacer habituales dentro de los ámbitos académicos, y aún en medio de la incertidumbre que genera el no saber y la imposibilidad de definir caminos ciertos en un futuro inmediato; parece surgir un tiempo de mayor calma que ya no exige la toma de decisiones sobre lo urgente, sino que habilita a pensar hacia el “después de…”.

Desde el inicio de la etapa de aislamiento consecuencia de la expansión del COVID-19 y ante la decisión política de que “la escuela sigue en casa”, se hizo necesario modificar esas prácticas que llevábamos adelante en los ámbitos físicos del aula presencial, para seguir enseñando y aprendiendo de manera mediada. Aquello que, durante los dos o tres primeros días parecía imposible para muchos, de pronto se fue transformando en una posibilidad y comenzó a instalarse como un hacer más habitual, no solo para diseñar el modo de llegar a los/las estudiantes, sino también como instancia de encuentro con nuestros vínculos cercanos, como lógicas para el teletrabajo, para realizar una consulta médica o resolver un trámite administrativo on-line, entre otros. Sin duda la flexibilidad fue la competencia más necesaria en este tránsito, la que primó sobre otras y la cual nos permitió repensar y rediseñar, en un corto tiempo, los modos de hacer.

En relación específica al ámbito académico, desde el inicio se tuvo claridad de que, si bien introduciríamos instancias de virtualización, nuestras propuestas educativas no pasarían a diseñarse desde la lógica de propuestas de educación a distancia. Lejos estábamos de eso. Solo aspiramos a hacerlo desde un enfoque de “virtualización exprés” que nos permitiera transitar la emergencia, recuperando aquel bagaje de experiencia y de años de investigación, por parte de quienes ya habían estudiado y desarrollado propuestas desde esta opción pedagógica.

En los círculos que vienen trabajando desde hace tiempo en procesos de innovación educativa, en la inclusión de prácticas de virtualización en la enseñanza presencial o en el diseño de propuestas de educación a distancia (EaD), y tal vez desde una mirada ingenua y esperanzadora ante la situación de caos en que nos encontrábamos, se comenzó a visualizar a esta situación de coyuntura como un tiempo de oportunidad. Como oportunidad para que la opción pedagógica de la EaD pudiese emerger y darse a conocer; como el momento oportuno para visibilizar ese trabajo sostenido que se venía haciendo desde hacía tiempo y que quedaba circunscripto a quienes se mostraban interesados en estos temas; para poner en evidencia que aunque no fuesen perceptibles, seguían existiendo brechas de acceso, uso y apropiación de la tecnología; como una ocasión propicia para acercarnos a esas tecnologías y/o desarrollar al fin esas competencias digitales que decíamos tener; como la ocasión para “recuperar viejas tecnologías” y conocer otros modos posibles de enseñar y aprender que nos llevaran a repensar aquellas prácticas de la presencialidad, que desde hace tiempo denunciábamos como poco apropiadas para los contextos y las demandas actuales.

Tal vez sea el momento de hacer una pausa, para volver hacia ese camino recorrido en este corto pero intenso tiempo de cambios y mirar en perspectiva; analizar en vivo y en directo cómo se han reconfigurado cada una de las variables que componen una situación educativa; esto es: el contexto en que se da, el para qué, el rol de quién enseña, de quién aprende, el contenido, los modos de presentarlo, las tareas académicas -¡eje central!-, los modos y canales de comunicación, el rol de la evaluación, la distribución de los tiempos

¿Será que efectivamente se han reconfigurado estas variables?, ¿qué aportes de aquellos sugeridos se han ido introduciendo en nuestras prácticas?, ¿qué niveles de flexibilidad nos hemos permitido?, ¿qué prácticas de la presencialidad siguen aún instaladas?, ¿cuáles de esas prácticas deberíamos remover?, ¿cuáles deberíamos procurar no se instalen y contaminen las ventajas que hoy ofrece la educación a distancia?, ¿cómo lograr la mejor hibridación posible una vez que tengamos la posibilidad de volver a los ámbitos físicos presenciales?

Diversos autores han comenzado a compartir ideas en torno a estos temas y en este sentido Pardo Kuklinski y Cobo (2020) logran un interesante compilado y punteo de cómo las universidades deberían resignificar su relación con el aprendizaje a distancia. En mayor o menor medida todos vivenciamos el estigma que siempre tuvo esta opción pedagógica; cualquiera sea la posición en que nos paremos para mirarla no puede negarse que la hegemonía de la presencialidad la ha relegado al lugar de la hermana pobre; destinada a aquellos sectores en donde la presencia no era posible o bien para las minorías que -por diversas razones- no podían cumplir con las condiciones impuestas en el modelo pedagógico que exigía compartir un mismo tiempo-espacio físico, para que allí tuviese lugar el proceso de enseñar y aprender.

La posibilidad de reconfigurar nuestras concepciones hoy se encuentra habilitada y es en esta línea que los autores mencionados describen cuatro escenarios posibles. Tres de ellos referidos al modo de transitar este tiempo que nos queda de enseñanza remota y un cuarto que se presentaría como el ideal, como aquella hibridación posible entre “lo mejor de la presencialidad” y “lo mejor de la educación a distancia” para reconfigurar nuestro hacer, después de esta instancia de virtualización exprés que nos encontramos transitado:

Escenario 1: Remoto urgente no adaptado
Un escenario en donde la herencia de lo analógico impera en el nuevo contexto remoto (de la virtualidad y la comunicación mediada); donde el docente sigue asumiendo el rol de divulgador de contenido, se prioriza el trabajo sincrónico con varias horas semanales de encuentro por videoconferencia (y en ciertos casos, añadiendo la toma de asistencia). Se trabajan los mismos contenidos que estaban previstos; los materiales se reducen a archivos en pdf de aquella bibliografía que está disponible en línea o al escaneando material para distribuir de manera electrónica. Se evalúa de la misma manera en que se lo hacía en la presencialidad, solo que reduciendo los niveles de exigencia; siendo tolerantes con las diversas situaciones de confinamiento en que se encuentran los/las estudiantes.

Escenario 2: Remoto urgente adaptado
El proceso de aprendizaje sigue girando en torno del docente; se sigue priorizando el trabajo sincrónico, aunque las sesiones de videoconferencia son breves, combinadas con encuentros sincrónicos de consultas. Se trabajan los mismos contenidos que estaban previstos. Se realiza ajuste y curación de contenidos, se presenta la misma bibliografía prevista, pero con reseñas curadas y/o comentadas por el docente. Se incluyen dinámicas de autoevaluación y de evaluación por pares.

Escenario 3: Remoto aspiracional
El docente es un diseñador de experiencias de aprendizaje, se proponen más trabajos autogestionados y por equipos y las metas se dirigen hacia el aprendizaje basado en restos o resolución de problemas. La interacción se da en escenarios sincrónicos y asincrónicos; reservando las sesiones de videoconferencia, con presencia del docente, para la exposición de ideas generales, en tiempos reducidos. La mayor parte de las horas cátedras de la materia, se destinan a resolver las tareas propuestas. Hay mayor curación de contenidos y se combinan recursos y materiales propios y externos. Además de los pdf de contenido se genera apertura a otros formatos no textuales. Los docentes colaboran con otros docentes y se piensa en la posibilidad de cátedras integradas. Se incluyen dinámicas de autoevaluación, de evaluación por pares y de gamificación.

Escenario 4 (post confinamiento): Híbrido aspiracional
A todo lo mencionado en el escenario 3 se le suma:
Virtualizar todas aquellas actividades que, en el contexto de la presencialidad, no agreguen valor diferencial a la experiencia de aprendizaje: los contextos comienzan a mezclarse de manera permanente y constante. Las experiencias sincrónicas y asincrónicas se diseñan a priori, pensando en las mejores oportunidades de aprendizaje. Se reducen las clases teóricas sincrónicas y presenciales con bajo nivel de interacción; se diseñan instancias de tutorización más intensas y se buscan nuevas formas de personalización de la experiencia educativa. Se crear cátedras integradas a partir de retos comunes y espacios digitales informales tanto para como para alumnos, por afinidad.

A partir de esta caracterización, que no es única y sin duda puede enriquecerse, la invitación es pensar en qué escenario nos encontramos hoy en cada uno de las propuestas que estemos llevando adelante; en nuestros cursos, nuestras cátedras, nuestras aulas, nuestras instituciones para, a partir de allí, diseñar recorridos alternativos que nos permitan alcanzar la mejor hibridación posible.

Quiero seguir pensando en esta situación como una oportunidad, no solo para la reflexión en los niveles micro en donde ponemos el foco en analizar la situación educativa y de generar espacio de reflexión entre los propios colegas, sino también en los niveles macro; en donde se gestan proyectos y se definan las toman de decisiones. Las evidencias dan cuenta de que no estaba todo hecho, que las brechas de acceso, uso y apropiación de TIC existen y se deben diseñar acciones para comenzar a acortarlas; pero también ponen de manifiesto que es posible hacerlo de una manera diferente. ¡Existen muchos ejemplos de ello!

Referencias bibliográficas
Pardo Kuklinsky, H. y Cobo, C. (2020) Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia. Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia. Outliers School. Barcelona.