En segundo lugar, desde lo académico esperaría que el alumno realice un estudio que lo forme y capacite en el proceso de investigación, que incluye desde la formulación de hipótesis y objetivos, la búsqueda de un encuadre teórico-conceptual para contestar la pregunta problema, la toma de decisiones metodológicas, el procesamiento de datos, el análisis e interpretación de los resultados y las conclusiones. Aunque debe tenerse en cuenta que no hay modelos generales ni esquemas preestablecidos de cómo hacer una mejor investigación.
Lo que sí es ineludible, es que el tema y el proceso sean apasionantes tanto para el alumno como para el o los directores ya que este será un punto clave para seguir adelante en los momentos (como siempre pasa frente a las dificultades) de querer abandonar todo, por no saber donde se está parado y para qué “hace lo que hace”. Además, sumamos a este listado, cómo vamos a organizar los tiempos, las logísticas de las salidas de campo o experimentos en laboratorio, la elección de los cursos que darán la posibilidad de viajes, de conocer nuevos colegas, y de tener largas discusiones con nuestros pares y docentes que enriquecerán este proceso. Además, y no menos importante la vida cotidiana que muchas veces va acompañada de Hijas/os, marido, pareja y familia.
Por último, esperaría que tanto el alumno como el director/es tengan suficiente flexibilidad como para reformular y/o adaptar la propuesta original. Es aceptado que una tesis debe conformar una propuesta novedosa y que pueda defender una determinada aproximación sobre el tema en estudio, generando a partir de la misma un conocimiento original y nuevos interrogantes que puedan resolverse a futuro. El gran final de este proceso es la Defensa de la Tesis, la cual es un acontecimiento que pone al alumno, como total protagonista del estudio abordado y sin duda será la prueba de sus conocimientos y capacidades obtenidas.