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  • 28 Septiembre, 2020
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Discos de vinilos, Antropología Social y Estudios Culturales, entre hobby y trabajo
Lic. Sergio Carrizo
Auxiliar Docente de
Metodología antropológica para arqueólogos
Carrera de Arqueología
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 CARRIZO

Nací rodeado entre cajas repletas de vinilos. En la década de 1970 mi padre era Disc Jockey (dj´s), cuando esa tarea o profesión poseía ciertos componentes que la hacían atractiva, prometedora, pero a la vez compleja. Por entonces y comienzos de los años 80´s, estos agentes realizaban su tarea solo utilizando discos de vinilo y con equipos analógicos, fabricados en forma casera o de industria nacional, pero que poseían una alta calidad. En ese momento, los dj´s eran vistos como sujetos raros y exóticos, asociados a una figura ligados a la banalidad y superficialidad. Además no se los consideraba trabajadores, ni mucho menos como agentes culturales, emergentes de las industrias masivas de consumo popular. Algunas de aquellas imágenes se cristalizaron hasta nuestros días, pero actualmente existen consideraciones renovadas y algunos estudios interesantes, provenientes de varias disciplinas de las ciencias sociales, las cuales analizan las productividades laborales y artísticas asociadas a las figuras de los dj´s.

Estas consideraciones sirven para contextualizar y definir los orígenes de una pasión personal, la cual consiste en coleccionar música en formato de discos de vinilo. Indagando sobre esa génesis, uno de los primeros recuerdos claros de mi niñez, consiste en haber acompañado a mi papá a las radios tucumanas de ese momento, por ejemplo LV7, para contactarse con otros dj´s. Esos encuentros se propiciaban para comprar discos de vinilos a los promotores de los sellos discográficos. Estos agentes comerciales, encargados de distribuir la música para su difusión, entregaban en forma gratuita discos utilizables para su promoción. Esos vinilos de 7´´ o 12´´, contenían en sus portadas un sello que versaba: “De difusión, prohibida su venta”. Por varios años más los promotores discográficos pusieron al ruedo y decidieron, en definitiva, que música era la que se iba a escuchar. En aquellos encuentros, mi padre como muchos otros dj´s, accedían a esos discos en forma gratuita, o a veces compraban aquello que era penado de ser vendido. Pero este recorrido en busca de vinilos no terminaba allí. El camino continuaba por las disquerías tucumanas, como Avenida Musical por ejemplo, donde la venta del material discográfico poseía precios altísimos, y acceder a ellos era muchas veces un deseo, más que una concreción.
Ya en la década de los años 90´s, simultáneamente a la realización de mis estudios universitarios, me dediqué plenamente a ser dj´s, trabajando en empresas de distinta envergadura, tarea que a su vez ayudaba pagar mis estudios. Este trabajo-pasión implicó poner el cuerpo para enrollar cables, cargar parlantes, armar escenarios, y a la vez disfrutar como dj´s residente en un boliche por más de dos años. A veces tocaba trasnochar continuamente varios días seguidos, y lo hacía de forma enfadado, pero con la responsabilidad de cumplir con distintos eventos sociales de amplísima magnitud, que iban desde cumpleaños de 15, casamientos, y hasta actos políticos. Todo esto motivado no sólo por razones económicas, sino también por una pasión a la música. Mientras tanto la tecnología, la técnica y los formatos cambiaban. Apareció el compact disc digital (CD), los mixers y las Denon, pero el amor por los discos de vinilos seguía intacto, aunque ya casi no se fabricaban. En tiempos más recientes, la industria musical avanzó en forma acelerada hacia un proceso de miniaturización y precisión automática aún mayor con el formato MP3, las computadoras y los controladores, posibilitando aplicación generalizada en manos de múltiples y diversas personas, que con solo acceder al manejo de un software, pueden “ser dj´s”.

Actualmente, y por suerte, se produjo una re emergencia de los discos de vinilo. Éstos, como en décadas anteriores, volvieron a ser fabricados, comercializado y re valorizados, por su sonido y su diseño. Hoy, aquella misma pasión y gusto aprendido desde niño, sigue presente en mí pero además me interpela tanto que en mis investigaciones socio-antropológicas e históricas trabajo la configuración de los dj´s como agentes culturales. De esta manera puedo unir mi gusto por la música coleccionable en vinilos con mi interés por la Antropología Social y los Estudios Culturales. De hecho, esta narración, se desprende de una investigación sobre los Dj´s en Tucumán, donde a éstos los analizo en tanto fuerza de trabajo dentro de un mercado, caracterizados además en tanto agentes, trivializados y atravesados por la multiplicación exponencial de los mismos. Varios de estos profesionales no solo venden su servicio-mercancía, sino que además muchos de ellos, sobre todo los más longevos, mantienen intacto su amor por la música escuchada en formato de vinilo.

Y allí me encuentro, con este “hobby- objeto de estudio” mitigado por recuerdos y emociones materializados en un sentimiento por los discos y las bandejas Technics MK2- SL 1200, acaso el mejor instrumento universal inventado hasta ahora para hacerlos sonar. Por ello, busco vinilos de diversa naturaleza. Y mis bateas contienen desde discos que van desde The Beatles, Pink Floyd, pasando por Charly García, Soda Stereo, Gustavo Cerati o Lenny Kravitz, por supuesto sin descuidar mi gusto más excelso y preferido hacia el New Wave y la música Pop de los años 80´s y 90´s, donde el podio se lo lleva el grupo noruego A-ha, en consonancia con Depeche Mode, New Order, Erasure o TalkTalk. Sin embargo, trato de que en dichas bateas no se distingan marcaciones preferenciales, etarias, socio clasistas o despectivas-peyorativas sobre algún tipo de música. Por eso tengo vinilos de los mal llamados “bizarros”, que para mí poseen un valor sustancial en lo musical y afectivo, lo cual supera cualquier juicio ético y estético. En ese sentido, soy orgulloso de mi colección de discos de Los Parchís o de poseer vinilos de Los orientales de Paramonga, Los Mirlos, Sebastián o Karicia, entre otros, expresiones todas de la cumbia y el cuarteto popular argentino y latinoamericano. Si bien escuchar vinilos puede implicar un divertimento, la acción de buscarlos, comprarlos, limpiarlos, coleccionarlos readaptarlos, cuidarlos y catalogarlos, es una tarea que para mí excede a la calificación de un mero hobby, ya que me pone en conocimiento no tan sólo con la música, sino con otros aspectos relacionados a lo musical. En este sentido, me acompaña la Antropología Social con planteos teóricos-metodológicos como los de Gustavo Blázquez o Pablo Semán, para desprenderme de toda concepción etnocéntrica en torno a los gustos y preferencias musicales. Por ello puedo decir que con el vinilo y la antropología social alimento dos pasiones latentes en mí desde mi infancia.

                                                                                                                                                                      CARRIZO2   CARRIZO3